Déjeme que le cuente un sucedido con esto de la publicidad.
Cuando veraneaba en un pueblito de Córdoba, entre la chavalería se puso de moda cierta gracieta si alguien se engarrulaba: "¡Mengano es más cabezón que el décimo dentista!", "¡Zutano es más ceporro que el dentista que hacía diez!". Las versiones eran varias pero todas ellas se referían a un décimo odontólogo tozudo y cortijero a más no poder.
Yo siempre pensé que el origen de la gracieta debía hallarse en algún personaje real, algún torpe dentista de la zona, cuya consulta estaba instalada en un portal número diez, o algo por el estilo, hasta que años después, en el metro, un inmenso cartelón publicitario me iluminó. ¿Recuerda usted el eslogan de unos afamados chicles sin azúcar que rezaba: "Nueve de cada diez dentistas recomiendan…"?
1 comentario:
Déjeme que le cuente un sucedido con esto de la publicidad.
Cuando veraneaba en un pueblito de Córdoba, entre la chavalería se puso de moda cierta gracieta si alguien se engarrulaba: "¡Mengano es más cabezón que el décimo dentista!", "¡Zutano es más ceporro que el dentista que hacía diez!". Las versiones eran varias pero todas ellas se referían a un décimo odontólogo tozudo y cortijero a más no poder.
Yo siempre pensé que el origen de la gracieta debía hallarse en algún personaje real, algún torpe dentista de la zona, cuya consulta estaba instalada en un portal número diez, o algo por el estilo, hasta que años después, en el metro, un inmenso cartelón publicitario me iluminó. ¿Recuerda usted el eslogan de unos afamados chicles sin azúcar que rezaba: "Nueve de cada diez dentistas recomiendan…"?
Pues eso.
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