En esta jornada el tabernero está obligado a escuchar un cantecito de sus parroquianos más fieles y quitar el cartel de «aquí se prohíbe el cante» por un día. Eso sí, para ello, antes tienen que estar borrachos.
1 comentario:
Anónimo
dijo...
Y digo yo que como clienta habitual me dejarán también, por ejemplo, recitar un poema de Rubén Darío, contar siete u ocho mentiras poco piadosas o intentar trajinarme al tabernero... ¡Vivan las tabernas y el vino!
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Y digo yo que como clienta habitual me dejarán también, por ejemplo, recitar un poema de Rubén Darío, contar siete u ocho mentiras poco piadosas o intentar trajinarme al tabernero... ¡Vivan las tabernas y el vino!
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