Detrás de la confesión "yo canto cuando me ducho" se esconde una patología camuflada que puede degenerar en una oligofrenia musical hereditaria, al trasmitir a los descendientes patrones de frustración. Por eso Europa hoy celebra el día de los que tienen un oído en frente del otro y les anima a entrar en un coro de grillos, en la coral de su pueblo o a cantar en las celebraciones religiosas y patrióticas, porque entre muchos se notara menos el desafine.
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