Crónicas desde el Portal de Belén

A mí que la Navidad me importa un rábano y tres pimientos me han encomendado hacer de cronista del Portal de Belén.


Ya es adviento… en el Corte Inglés y en las bodegas de Freixenet. Nadie lo duda y el gentío se lanza en tropel a comprar calzoncillos y bragas rojas, porque desde que supieron que la Lotería Nacional este año venía sin calvo, tuvieron la confirmación de que ahora toca… Toca hacer en esta época del año lo que nunca has hecho y que no es otra cosa que fundir hasta el último euro. Toca viajar aunque las carreteras sean un desfile de caracoles, te pueda dejar frito un kamikaze, estén nevadas, el litro de gasolina cueste un riñón y la Guardia Civil ande ojo avizor para ver si te pasas con la botella o con el pedal.

Toca reencontrarse con la familia (sobre todo la política) a la que tanto odias por partes, por la parte de tu cuñado que es un gorrón que nunca invita y se rebaña hasta el perol que tiene al fuego la figurita del Portal de Belén; por la parte de tu suegra que no hace nada más que tirarte indirectas de cómo tratas a su hija y por los hijos de tu hermana que son unos drogadictos y siempre te ‘firlan’ algo para comprar pastillas.

Toca regalar no sabes bien qué pero tú regala, regala los objetos más inútiles que cuanto más inservibles sean mejor quedas.

Toca olvidar lo malo, es decir el trabajo y después toca olvidar estas navidades de las narices. Pero siempre toca algo, menos la lotería toca to.

Ya es Navidad y nos tenemos que mamar toda su liturgia sin otra esperanza que la cogorza no sea de tono mayor y el chaparrón pase pronto.