Imprescindible es meter para que te toque. Si juegas siempre te toca, al menos pagar el décimo. También te toca pagar con tu dinero el premio del ganador. Y sobre todo si no eres premiado te toca cara de idiota por haber apostado tanto dinero. Piensa que mañana puede ser peor. Así que para que sea tu día no metas y no te tocará. O te tocará el dinero que no pierdes o la insistencia por jugar en el sorteo que menos premios da. Mira si después de este sermón no haces caso, te mereces lo que te pase.