En este día hay que ser un santo para aguantar la pesadas inocentadas que algunos se gastan. Siempre recordaré a aquel maestro de escuela que le dimos a fumar un cartucho de dinamita y le dijimos que era un puro. El hombre quedó muy desfigurado, la verdad. Su mujer se molestó pero es como le dijimos que hay que saber aguantar una broma. O cuando le cambiamos a una mujer las cuerdas del tendedero de ropa por unos cables de alta traición y se quedó la probe como la ceniza de un cigarro. Lo dicho no sus paséis con las bromas hoy. Firmado Gila.
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