Abierto hasta el amanecer es un monumento al verano donde te puedes hinchar de comer sardinas al mediodía o copas a medianoche. Los servicios suelen estar guarros, los cameros son novatos estudiantes de vacaciones, tardan un ‘jartá’ en atenderte y al final te clavan en el precio. A pesar de todo los ‘guiris’ flipan en los chiringuitos. No sé que le ven.
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